[Prisiones Italianas] Declaración del compañero anarquista Alfredo Cospito

Traducción recibida el 24/06/2023:

Declaración espontánea de Alfredo Cospito para la audiencia 19/06/2023 en el Tribunal de Assise de Apelación de Turín.

Esta declaración mía está estrechamente vinculada al juicio, ya que entra en el fondo del tratamiento sancionador que se me ha infligido. Tratamiento sancionador que es inconstitucional y contradice vuestras propias leyes. Tratamiento sancionador, el 41 bis, que distorsiona el sentido mismo de mi encarcelamiento, imponiéndome una censura sin sentido que limita mi derecho a la defensa.

A nadie se le escapa cómo mi proceso ha sido utilizado como una especie de palanca por una parte política, «el gobierno», contra la otra parte política: la llamada «oposición». Mi traslado en el último momento de una sección a otra en previsión de la llegada de los parlamentarios del PD (Partido Democratico) es un ejemplo flagrante de ello. Demuestra cómo el DAP (Departamento de la administración Penitenciaria) y el 41 bis han sido instrumentalizados con fines políticos.

Estos hechos están estrechamente ligados a este proceso porque son producto de las pasadas dinámicas políticas que llevaron a nuestra desproporcionada persecución y condena por matanza política. Taparme ahora la boca en el único momento en el que puedo defenderme supondría avalar este proceso peligroso y totalitario.

Antes de hablar de Fossano y de la llamada «masacre» (aunque hay poco que decir, bastaría con ver las imágenes de los daños de la tremenda explosión) durante sólo dos minutos tendré que mencionar tres muertes: dos de las cuales de alguna manera soy responsable y la tercera, la de Cosimo, que ocurrió en el centro clínico de Opera, pabellón del 41 bis.

Son todas muertes ligadas a mi historia porque están ligadas a la impunidad del régimen en el que he tenido que luchar y sobrevivir para no sucumbir. No puedo callarme, se lo debo a los condenados encerrados en ese centro clínico, se lo debo a los que han dejado morir y a quien ahora mismo en la cárcel de Sassari se está dejando morir para hacer oír su voz. Se lo debo a Domenico Porcelli que lleva en huelga de hambre desde hace 4 meses. A su lado, están sus hijos y Maria Pintus como abogada. Le apoyan los pocos revolucionarios anarquistas, comunistas e independentistas sardos que a costa de la cárcel y la represión luchan contra el 41
bis.

Domenico para el estado es un mafioso y por tanto carne de cañón indefendible, para él la constitución no vale.

Para él, no hay ningún desfile empalagoso de políticos, ninguna atención mediática.

Estoy seguro de que Domenico no será noticia ni siquiera cuando esté muerto. Como ya les ocurrió a dos pobres diablos que murieron uno tras otro en huelga de hambre en la cárcel de Augusta. Y de los que me siento responsable, porque influenciados por la bazofia mediática que siguió a mi huelga, se arriesgaron y corrieron rápidamente hacia la muerte.

Sus muertes no causaron ningún revuelo, más bien, un silencio cómplice y obsceno las envolvió.

Uno de ellos era ciudadano ruso y simplemente pidió ser repatriado. Imagina lo que pasaría si muriera de hambre en una cárcel rusa un ciudadano italiano…las asociaciones humanitarias y los medios de comunicación habrían hecho de todo. En cambio, su muerte pasó desapercibida: la indiferencia fue total, revelando la cara hipócrita, racista e imperialista de Occidente.

La cara hipócrita del mismo estado ético que para ocultar sus viejas complicidades mantiene la choza de los horrores del 41 bis. Un secreto de Pulcinella (ndt. Un secreto que todo el mundo sabe) que resiste desde hace 30 años, que nadie tiene el coraje de enfrentar, y que terminará de existir en la voluntad de aquellos que lo diseñaron sólo cuando el último testigo de este acuerdo entre el estado y la mafia esté muerto y enterrado dentro de estas paredes.

A veces, tengo la duda de si es el propio sistema el que quiere que se cuente. ¿Por qué sino me trasladarían a Ópera a la que Nordio tuvo el valor de calificar como centro médico de excelencia? Un tugurio caótico y mortífero donde ancianos y moribundos son estacionados en soledad a la espera de la muerte. En esta subespecie de manicomio, llueve en los pasillos, en verano uno se muere de calor, el aire acondicionado no funciona, en invierno se muere de frío. En las ventanas hay agujeros, cucarachas, hormigas, mosquitos, que atormentan a los encamados, a los paralíticos, los ancianos, los moribundos, a los ciegos.

Entre junio y octubre de 2022, en un centro clínico con capacidad para 12 personas, 6 no sobrevivieron. Si tienes suerte unos días u horas antes de morir te trasladan a un hospital donde el trato es más humano, pero donde siempre mueres entre extraños sin el cariño de tus seres queridos. Todo recae sobre los hombros de los chicos y chicas que hacen la limpieza y se debaten entre pañales y medicinas y las enfermeras que intentan hacerlo lo mejor posible, pero son pocas. La doctora responsable traslada su trabajo a las enfermeras, a menudo dándose de baja, lo que es bastante vergonzoso. Por supuesto, hablando de presos en situación sanitaria precaria donde basta con estar descuidado un poco más para verte caer hacia la muerte, las quejas de los enfermos son escasas.

Aunque algunos presos intrépidos han protestado y los tribunales les han dado la razón. Pero hablando de 41 bis, un mundo aparte e hijos de un dios menor todo seguía igual.

Nadie debería morir aislado en una celda, bajo la fría mirada de una cámara que lo filma en la habitación las 24 horas del día. Como le ocurrió en junio de 2022 a Cosimo Di Lauro. Este preso murió de inanición, no estaba en huelga de hambre, sino que simplemente había dejado de beber y comer, según los testimonios que he escuchado (y no sólo de internos) «No estaba bien de la cabeza», decían. Una mañana, el guardia lo encontró muerto, vigilado en su celda por una cámara, su agonía filmada, sin que nadie moviera un dedo. Di Lauro nunca llegó a ser hospitalizado, a diferencia de mí, que era trasladado al hospital al menor indicio de enfermedad aunque mi vida no corriera peligro inmediato. Cosimo, un simple «mafioso» y además no capaz de razonar y hacer valer sus derechos, fue abandonado a su suerte. Se abrió una investigación, se tomaron testimonios, entre ellos el de un valiente preso, pero todo quedó encubierto, hasta hoy al menos…..

Cuántas cosas he visto en mi año de 41 bis. No sólo se encubren muertes sino que también ocurre que el 41 bis se utiliza indebidamente para otros fines. Y este uso «indebido», también es encubierto. Es encubierto el uso clarísimo del DAP por parte del gobierno para atacar a la llamada ‘oposición’.

Me refiero al desfile de diputados del PD en Sassari y al uso instrumental por parte del gobierno de la información de la DAP que me concierne para arremeter contra el PD. Para que entendamos la estúpida puesta en escena de Fratelli D’italia en el parlamento, es indicativo que mi traslado se diera pocos días antes de la llegada de los diputados (de lo que estoy seguro, el gobierno estaba al tanto) desde una sección «tranquila» en donde pasaba mis días en soledad a una sección donde, en la distorsionada visión del DAP, estaban los ‘peces gordos’ de Sassari, los llamados boss (ndt «de la mafia»). Quienes, por cierto, hicieron todo lo posible para convencerme de que abandonara la huelga y que luego fueron puestos en la picota mediática por mi culpa.

Nadie me sacará de la cabeza que el DAP estaba «inspirado» por el gobierno.

Justo después de la visita de los diputados, la sección fue desmembrada y me trasladaron a Opera.

Cuántas trampas ingenuas me tendieron que luego se volvieron regularmente contra el propio sistema.

La incautación de notas como pruebas convertidas en pasquines, la ridícula acusación de una alianza entre la Mafia y los anarquistas, la acusación surrealista de que estaba fingiendo la huelga.

La convicción que me he formado a lo largo del último año es que el 41 bis no tiene como objetivo real acabar con el fenómeno de las organizaciones criminales. Sino amordazar a una generación de mafiosos, a los que el Estado hace 30 años utilizó y luego traicionó. Encerrarlos aquí hasta que mueran les cerrará la boca para siempre y esto, por miedo a que una vez fuera se revelen los oscuros secretos de la república.

Este es, como he dicho, el secreto a voces que se esconde detrás de la intocabilidad de este régimen.

El 41 bis se levantará cuando haya muerto el último testigo incómodo de aquella época. Eso es, por supuesto, si no se extiende al resto del llamado «sistema de justicia», la barbarie tiende a extenderse y puede irse de la mano.

Entre mafia y estado hay muchas similitudes: voluntad hegemónica, monopolio de la violencia, jerarquía, autoritarismo. Pero una vez aquí dentro, me he dado cuenta de que además de estas indudables características comunes, hay una especie de «pecado original» que necesita un sistema liberticida como el 41 bis para mantener unidas las piezas, sin el cual el sistema en su conjunto se vendría abajo. Consiste, precisamente, en esto la intocabilidad del 41 bis, en haberse convertido en el centro neurálgico de todo el sistema democrático totalitario, el verdadero rostro de la república italiana.

Por lo demás, qué puedo decir… Nada ha cambiado, las fotos de mis padres incautadas hace un año aquí en Sassari y devueltas con el sello del censor a mi llegada a Opera, están de nuevo retenidas a mi llegada a Sassari. Tampoco tengo música, mi petición de comprar un reproductor de CD fue rechazada por la dirección de la cárcel. Al parecer, libros y música siguen siendo vistos por la DAP como algo subversivo… y al final tienen razón.

Desde que estoy en el 41 bis no he tocado una brizna de hierba, un árbol, una flor.

Sólo cemento, barrotes y televisión. En los últimos últimos meses, con mucha dificultad, sólo he conseguido comprar un libro y sólo porque los medios de comunicación hablaban de mí. Las visitas sólo una vez al mes a través del cristal y la voz metálica de los interfonos. Mis hermanas y mi hermano, que son los únicos que pueden visitarme, están con vendas en sus tatuajes y pendientes, porque podrían comunicar mensajes crípticos a través de los diseños.

Sin embargo, estas quejas mías se vuelven ridículas después de lo que vi en el centro
clínico de Opera.

Vi con mis propios ojos al estado pretendiendo aplicar éticamente la ley de la represalia sobre ancianos y enfermos, entre otras.

Mi ingenua petición de libros, música, periodicos anárquicos, científicos, históricos y un prado para correr y algunos árboles, se ha vuelto casi empalagosa.

Me doy cuenta de esto.

Abolir el 41 bis!
Gracias compañeras y compañeros!
Siempre por la anarquía!

Alfredo Cospito
Junio 2023