[Estado Italiano] Una de las miles de reflexiones sobre la movilización en solidaridad con el compañero anarquista Alfredo Cospito

Traducción recibida el 11/09/2023:

Me gustaría intentar hacer algunas valoraciones sobre la movilización en solidaridad a Alfredo Cospito que ha interesado el último año.

Empezaré diciendo que para mí es absolutamente clara la diferencia entre quien ha impostado una movilización con contenidos anarquistas, concentrándose en la figura de Alfredo y por tanto sobre su lucha, y quien, en cambio, ha hablado de manera más general sobre el 41bis.

Estos últimos están muy alejados de mi concepción de lucha y se acercan, si no coinciden, con una visión de lucha política en el sentido más movimentista y clásico del término.

Aprovechando la atención mediática que esta movilización ha generado, estos han intentado recrear aquel movimiento social compuesto por los más dispares sujetos de la política de izquierda, que afortunadamente llevaba tiempo muerto y enterrado.

Pero se sabe, los chacales se alimentan de cadáveres.

Digo esto porque al principio el interés hacia la lucha de Alfredo era sólo de algunos sujetos, en su mayoría vinculados a un componente anarquista.

Después de meses en los cuales la cuestion del 41bis ya era de dominio público y se había convertido en una discusión que involucraba a intelectuales, periodistas y comentaristas varios, se ha visto cómo diferentes realidades antagónistas, hayan iniciado a tomar la palabra y espacio en esta movilización.

En mi opinión ha sido una mera operación política para intentar recrear una unidad de movimiento, ahora huérfano de un sujeto fuerte sobre el cual crear una movilización, como en el pasado podía ser aquella de la reforma de la escuela (movimiento de la ola [1]).

Además, en retrospectiva, he leido este interés como un movimiento astuto para subirse al tren antes de que fuera demasiado tarde.

Con el interésamiento de estos sujetos sociales a la cuestion del 41bis ha habido una reformulación más digerible para la opinión pública de la movilización en si, que quisiera recordar ha sido una lucha por y quisiera subrayar, con Alfredo.

Cuando se amplía un discuso a sujetos que no hablan tu misma lengua, es decir que no condividen una perspectiva similar, a menudo se tiende a cambiar el propio lenguaje y con él el contenido del discuso mismo.

Si en una asamblea pública vienen incluidas realidades políticas reformistas, por ejemplo realidades como Napoli Monitor, no puedo esperar otra cosa que una lectura del presente hecha a través de sus lentes y, por lo tanto, lejana de una crítica radical del existente. De hecho, son los mismos sujetos que proponen la abolición de la prisión en vez de su destrucción.

Afortunadamente, sin embargo, la lucha de Alfredo y sus pensamientos no son fácilmente recuperables e incluso los intentos de suavizar el alcance destructivo de su discurso no han tenido exito.

Tranquilos, habrá pronto un nuevo sujeto, tipo el antifascismo antimeloniano [2], la lucha por la vivienda o algúna acampada de estudiantes aburridos sobre los cuales alargar vuestros tentáculos para crearos espacios de agibilidad o de poder, que se digan.

No puedo esconder el disgusto hacia aquellos sujetos políticos que hasta anteayer escupian a Alfredo, acusándolo de vanguardista, mitómano o peor. Justo para poner los acentos sobre las ies…

Sólo quisiera llamar la atención sobre algunos pasajes que demuestran cuanto dicho antes sobre el intento de hacer más presentable la imagen de la movilización para Alfredo.

Son ejemplos las lodes hechas a abogados, periodistas, caricaturistas y intelectuales varios que se han dedicado a resaltar las contradicciones del 41bis.

O las asambleas ciudadanas en las cuales se ha reunido lo peor del movimiento, desde los desobedientes hasta los sindicatos, para meter en escena ese espectáculo retórico y oportunista que son las asambleas del movimiento. Hijas de una práctica desconflictualizadora tan apreciada por las estructuras de poder de izquierda, que llenan las plazas de palabras y esloganes para asi crear ese sentimiento de participación ficticio que regala la impresión de que realmente se está haciendo algo. Pero pasar horas y horas escuchando discursos ya preparados por los distintos líderes del movimiento para luego llegar a conclusiones ya tomadas al principio, no es otra cosa que gestión del conflicto y control de la rabia.

Esto, en mi opinión, no es más que un intento de vaciar de contenido las reivindicaciones revolucionarias, o de todas formas conflictivas, que en vez han incendiado los últimos meses. La tarea de los compañeros debería ser aquella de mostrar cómo la propia lucha sea eficad a través de la práctica y del contenido radical que en ella esta.

Ciertamente no puedo negar el compromiso que los abogados han demostrado en estos meses, pero también me gustaría recordaros que los abogados no son compañeros porque son parte del sistema juridico.

Escribiendo estas líneas se me obliga la necesidad de especificar algunos términos que en mi concepción personal se distancian de la definición generalmente asumida.

Me explico mejor: creo que el término «movilización» puede adquirir diferentes significados dependiendo de cómo se encaja en el interior de la propia proyectualidad anarquista y me atrevo a decir de vida.

Creo que el término movilización pueda ser definido como un interés común y momentaneo a una determinada cuestion por la cual comprometer los propios esfuerzos y hacia la cual dirigir y desarrollar una lucha.

Sin embargo, si el mismo marco en el cual se desarrolla, es decir aquello de la parcialidad, determina su duración y perspectiva entonces creo que se la pueda enumerar a una visión militante de la lucha.

Personalmente tengo serias dificultades a ver mi vida como una sucesión de luchas más o menos duraderas y parciales, ya que creo que sea una visión esclerótica que genera una separación entre vida «normal» y vida anárquica.

Creo que esta idea de lucha se acerca mucho a una concepción más clásica del activismo político, ligado a comportamientos bastante esquemáticos y repetitivos, como la sucesión de llamadas públicas, asambleas y concentraciones, que en mi opinión son una forma de testimoniancia y no de lucha.

A menudo la lucha no es otra cosa que una reacción a condiciones represivas, a endurecimiento juridicos, a proyectos de destrucción de la tierra o a condiciones sociales específicas de una u otra categoría (trabajadores, estudiantes, desempleados, etc…).

Así que, en sí mismo, surge de una posición de defensa, alejada de una visión conflictual y radical del anarquismo.

Esto se ejemplifica perfectamente con las instancias antirrepresivas o anticarcelarias, que actúan sobre el síntoma y no sobre la causa, una mirada parcial y fragmentada de la explotación.

Para destruir las cárceles hay que destruir esta sociedad y no al revés.

No quiero juzgar de plano a quien se compromete en este tipo de movilizaciones, simplemente los asocio a una concepción de la lucha como militancia, que por tanto puede ser específica y limitada a un momento de la propia vida.

Personalmente el concepto de lucha me pertenece en la medida en la cual veo mi ser anarquista como una condición de permanente hostilidad hacia este mundo, y por tanto la lucha como una forma de expresar esta mia hostilidad.

De modo que luchar se convierte en una condición casi ontológica de mi anarquismo, posicionándome en continua antítesis a este mundo, esto no ciertamente sin olvidar ser parte de él, pero es precisamente esta última conciencia la que me permite hacer emerger las contradicciones y explotaciones que crean y sostienen el mismo sistema.

Si llevaba mucho tiempo pensando en hacer de forma escrita aquellas que han sido mis impresiones durante estos meses, las aportaciones que han salido online, hace ahora meses, me han dado la justa motivación.

Normalmente siempre me pregunto el por qué y a quién me estoy dirijiendo, valorando así si mis palabras puedan servir a una reflexión o puedan resultar una estéril provocación.

En ambos casos considero necesario señalar algunos hechos y meter en critica los puntos planteados que, en mi opinión, resultan mistificadores de la realidad.

Partiría del incipit del texto «Uno de los miles…». que habla de criminalización de las luchas, encuentro muy problemático este punto porque tiende a un discurso victimizante.

Para mí, el concepto de criminalidad no es de descartar o de identificar como algo de menos noble respecto a una lucha política. Tengo a reivindicar en pleno la identidad criminal, desde el momento en el cual esta se crea por la dicotomía legal/ilegal, licito/ilicito, pues bien, siempre me encontraré del lado de quien infranga la ley.

No quiero hacer la apología del delincuente ya que tengo clara la diferencia de propósito y de la ética que distingue a un revolucionario/anarquista de una persona que sale de la legalidad por otras razones.

Repito que no quiero caer en un discurso mitificador sobre la delincuencia como hacen ciertos ambientes políticos, véase algunos voceros en estas tierras, porque creo que hay una diferencia entre el robo y la expropiación, como entre la violencia callejera y aquella revolucionaria.

En cambio, estoy convencido de que un contexto de ilegalidad difusa sea favorable a adquirir conocimientos y restablecer prácticas perdidas hace mucho tiempo por los anarquistas.

Además, gritar a la criminalización de la lucha casi parecería una petición de reconocimiento democrático de la propia valencia política, lo mismo vale por el lloriqueo sobre la instigación.

Si en mi discurso y por tanto en mi práctica salgo de la legalidad, invitando a la destrucción del estado, de la sociedad y por tanto de la justicia misma, ¿por qué debería desconcertarme cuando el inquisidor de turno pone sobre la mesa una investigación por instigación?

Si grito a la muerte del estado, ¿por qué debería sorprenderme cuando el estado muestra los musculos contra mí?

Quizás porque se hace una distinción entre palabras y accion, pero este es precisamente el problema que, en mi opinión, dilaga dentro del movimiento anarquista: es decir la incongruencia entre las palabras y los hechos.

Pero vayamos más allá…

También dentro del texto se ha dado una lectura positiva a los momentos de calle que han ocurrido el año pasado, es decir, esa sucesión casi automática de concentraciones y manifestaciones que a mi juicio han demostrado más debilidad que otra cosa.

No entiendo bien la intención de esta lectura, sino aquello auto-celebrativo de darse una palmadita en la espalda para no hundirse en la desilusión por los diversos errores cometidos.

Creo que sea justo crear una narración positiva sobre el propio actuar, pero por honestidad intelectual se deberia hacerlo sobre situaciones que realmente han sido positivas.

Otra crítica que creo que siento de deber hacer a esta movilización, estrechamente ligada a la crítica a la auto-celebración, es aquella de haber puesto en juego aquel famoso abanico de acciones.

Nunca he sido un partidario de la idea por la cual cada uno tiene que hacer lo suyo y que en consecuencia todo vaya bien, esto porque existen prácticas conflictivas y eficaces que pueden crear rupturas en la cotidianidad del poder, otras que imitan actos de revuelta.

Me refiero a un anarquismo de acción y vengativo que hace de la violencia revolucionaria la propia arma, que cree en la destrucción de la propiedad privada y en la búsqueda directa de los responsables en carne y hueso de la explotación del planeta.

Cuando hablo de eficacia me refiero a toda aquella serie de acciones que conducen tanto a un ataque efectivo al estado y los patrones como a una propagación de la conflictualidad.

Por ejemplo, si una acción realizada a mil kilómetros de distancia tiene por efecto no sólo aquello destructivo en su materialidad más directa, sino también aquello de inspirar y apuntar la luz sobre un objetivo, entonces la veo eficaz.

Si una acción demuestra cómo a pesar de los mil intentos de enterrar la idea anarquista y con ella misma a los anarquistas, hay alguien que logra golpear al estado, demostrando cómo esto es factible, entonces para mí es eficaz.

Para mí, la eficacia de las acciones que se han desarrollado durante las movilizaciones va más allá del espacio y el tiempo de la movilización misma, en la medida en la cual el bagaje experiencial de quien se ha encontrado en la calle y de quien se ha acercado a prácticas radicales queda y permanece también en el futuro, o al menos eso espero.

Mi perspectiva nunca ha sido la de la victoria, ya sea esa la liberación del compañero en cuestión o su declasificación. En cambio, el pensar que aquello que estaba sucediendo era también una forma de retomar la discusión y la práctica de la acción destructiva, me ayudado a salir de la lógica performativa del resultado.

Por esto me permito hacer una distinción entre prácticas que han sido eficaces y no en este contexto, partiendo siempre de un objetivo, quizás no compartido por todos, es decir, aquello de plantear el conflicto contra el estado.

No me la siento de repudiar prácticas menos radicales, ¿quién es el que nunca ha hecho un reparto de panfletos, una pegada de carteles o escritas en las paredes?

No lo niego, pero le doy el justo peso y lo veo como uno de las muchas piezas que han llevado a mi crecimiento personal hecha de habilidades adquiridas y de una mayor conciencia. La conciencia de que el estado y el capital no se combaten al son de marchas comunicativas o concentraciones frente a los palacios del poder, sino que el terror y la devastación que los señores extienden por todo el mundo se les deba devolver contra ellos sin compromisos de cualquier tipo y añadiría sin demasiados moralismos.

Además, he tenido que hacer un gran esfuerzo para no considerar imbecil la idea de presentarse continuamente donde y cuando se lo esperan, sabiendo que la otra parte está militarmente preparada para arrollar a un pequeño grupo de individuos encerrados en algún callejón del centro.

No creo tampoco de ser yo quien tenga que explicar que la imprevisibilidad y el anonimato, incluso en situaciones colectivas, como las plazas, son mucho más eficaces que las manifestaciones nacionales anunciadas.

Ciertamente vistas desde fuera, todas aquellas concentraciones y manifestaciones bloqueadas y cargadas por los guardias, sin que hubiera una respuesta adecuada, han resultado una demostración de debilidad y de poca credibilidad.

La misma credibilidad que han demostrado algunos charlatanes, siempre volviendo al concepto de que la idea y la acción muchas veces divagan.

Si no se es capaz de tener una plaza no hay ningun problema, pero al menos se aprenda el arte de la humildad y de la autocrítica.

Volviendo a la cuestión del abanico, quisiera añadir que el punto que más me desconcierta esta en el concebir la desestabilización del estado mediante las acciones más disparatadas como una práctica anarquista.

No quisiera que seria un intento para suavizar las diferencias metodológicas y de pensamiento que son el resultado de una tautológica interpretación del anarquismo mismo.

Si acaso, el punto sería no creer que se tiene la verdad en el bolsillo.

Obviamente estoy convencido de que la confrontación directa con la autoridad, fuera de las lógicas de la representación, es la única herramienta para atacar el sistema, pero no por esto reprocho a quien, por diversas razones, elige formas tambien más suaves.

Basta ser coherentes e intelectualmente honestos, y no vender algo que no es.

Diferente es quien crea un choque hecho de imaginarios no actuados.

Se tiende a abandonar una idea de plaza conflictual porque nos decimos que somos incapaces de determinar aquella particular situación, cuando tal vez habría que cambiar los métodos, incluso a costa de perder los números.

Con demasiada frecuencia nos quedamos estancados en una visión devaluadora y sumisa de las capacidades y la fuerza del movimiento anarquista, esto se debe a que adscribimos nuestra propia acción en una visión de masas, donde la minoría, aunque rebelde, no sería eficaz sino dentro de un panorama alargado y colectivo.

Si bien los momentos de insurrección colectiva son deseables y necesarios, corren el riesgo de crear frustraciones y manifestaciones de debilidad, si no ocurren, se encuentren con dificultades de actuación o se conviertan en el único horizonte imaginable.

El colectivo no es otra cosa que un conjunto de individuos cuya acción, a veces, puede ser más disruptiva y efectiva que mil concentraciones y manifestaciones.

No quiero dar lugar a dicotomías entre momentos colectivos e impulsos individuales, creo que estos pueden coexistir si acomunados por un discurso radical de rechazo de compromisos y delegaciones.

Creo que el sentimiento de frustración e impotencia no se deba tanto a una ausencia de perspectivas revolucionarias o insurreccionales, como piensan algunos portadores del verbo anarquista (lo siento, pero a veces me parece que estoy ante comunistas disfrazados de anarquistas). sino más bien de una percepción de impotencia individual. Creo que esto se deba también al leer una acción como ineficaz si no se sitúa dentro de una movilización más amplia y variada, una parte del todo, como si el llamado movimiento estuviera dividido en compartimentos estancos, como si el propio individuo no estuviera atravesado. por tensiones diferentes y, por tanto, no atribuibles a un único método de acción.

Una lectura similar del movimiento lleva a la diferenciacion entre buenos y malos, o peor aún, corre el riesgo de crear los especialistas de la acción nocturna y aquellos de la comunicación. De hecho activando un mecanismo de delegación.

Me gustaría concluir con algunas consideraciones positivas sobre esta movilización.

Un punto en el que me gustaría centrarme es el internacionalismo, que ha asumido un rol fundamental, especialmente en lo que respecta a las acciones, redescubriendo un método, aquello de la comunicación a través de las reivindicaciones, que creo sea fundamental para la eficacia de una campaña de ataque.

No digo nada nuevo, desde hace años este método, repropuesto por algunos compañeros informales, ha demostrado su eficacia.

Entiendo el espantapajaros de nombrar ciertos caminos de lucha, pero se debe dar a Cesar aquello que es de Cesar.

Durante la movilización en solidaridad a Alfredo se han lanzado campañas contra las embajadas italianas en todo el mundo y contra la propia economía italiana. Estos llamamientos han sido seguidos de acciones en las cuales han sido golpeadas figuras institucionales y bienes privados de diversa índole. Palabras que siguen acciones, ésta es la fuerza del anarquismo de acción.

No creo equivocarme cuando digo que han sido las acciones que más han tenido importancia tanto a nivel mediático como en el dar fuerza y ​​entusiasmo a lxs anarquistas de acción en los distintos territorios.

Me repito diciendo que estoy convencido de que la eficacia de la acción puede ser amplificada por el instrumento de las campañas destinadas a llamar la atención sobre objetivos iguales o similares, no tanto por cuestiones «estratégico-militares» o políticas sino en su materialidad efectiva.

De hecho, se necesita poner atencion cuando se habla de estrategia, a no entrar en el terreno de la estrategia militar, hecha de preparaciones atléticas exigentes o métodos particularmente complicados.

No porque crea en las pequeñas acciones reproducibles, sino porque se corre el riesgo de guetizarse y de perder muchos posibles cómplices descartarlos a priori. A menudo nos quedamos estancados en preparaciones de acciones demasiado complicadas, me parece mucho más interesante buscar metodologías simples pero eficaces, incluso en el arte del incendio y la explosión. De hecho, creo que es más interesante y útil saber arreglárselas con aquello que se tiene o que se puede encontrar fácilmente, mas que intraprender un máster en química.

El último período ha demostrado que todavía hay mucha gente dispuesta a meter en juego su propia libertad por la loca idea de la anarquía. La misma que cree que la acción directa sea todavia un camino posible y correcto, superando el sentimiento de impotencia que ahora se extiende entre muchos.

Concluyo diciendo que la conflictualidad anarquista necesita continuidad y precisión, por tanto, adelante a toda marcha que el terreno es siempre fértil para quien siembra revuelta.

Fuente:
//ilrovescio.info/2023/09/11/una-delle-mille-riflessioni-circa-la-mobilitazione-in-solidarieta-ad-alfredo-cospito/

Notas:
[1] movimiento estudiantil que comprendia los grados medios y universitarios en los ’90 del siglo pasado.
[2] de Meloni, la actual primera ministra (fascista) italiana.