10/6/2013
Lo que está, indudablemente, claro en esta etapa histórica posterior a la crisis es una guerra económica. Una guerra que definitivamente se lleva a cabo desde arriba hacia abajo, ya que en las últimas décadas los «proletarios» firmaban, a cada momento, tratados de «paz social», subdividiendo su conciencia colectiva y ¡soñando con consumo y prosperidad económica ficticia!
Sin embargo, ahora la élite económica, en colaboración con el poder judicial y político, se quita ya la máscara del «derecho al trabajo» y muestra su verdadero rostro aterrador: ¡»es un privilegio ser esclavo en las galeras laborales contemporáneas»! No nos engañemos más, esta guerra económica podemos y debemos convertirla en una guerra social, cuyo objetivo no sea la reivindicación estéril de «derechos laborales», sino la destrucción del concepto actual del trabajo, así como de cada tipo de estructura autoritaria.
En esta guerra, el aparato estatal, percibiendo el amplio desorden social que aumenta día a día, quiere someter, mediante el miedo, toda resistencia, usando todos los medios de los que dispone: propaganda de lujuria terrorista y de inseguridad económica, represión violenta sin antecedentes, arbitrariedades legislativas y revisiones constitucionales hechas sin ningún coste político y con clara intencionalidad política.
«Nadie puede seguir escondiéndose tras la normalidad de su vida, sino debe dejar atrás los límites y las barreras para lograr pasar al ataque.»
La línea divisoria entre los dos campos de batalla es claramente visible. Por un lado, está el Poder económico, político y legislativo, preparado para utilizar a cualquiera que esté dispuesto a reafirmar su sumisión, mientras, por el otro, está la gente que resiste, superando sus miedos y convirtiendo lo cotidiano en acción ofensiva, provocando grietas con el objetivo de la deconstrucción de este sistema podrido, buscando momentos de absoluta libertad, viviendo el hoy y arriesgándolo todo.
En este lado me reivindico como parte del espacio anarquista que, independientemente de las condiciones objetivas, tiene que despertar su conciencia colectiva, superar sus ataduras y sus logros, para utilizar todo espacio-tiempo con fines insurreccionales y de guerra. Los medios que están a nuestro alcance son varios y nuestro propósito, más allá de usarlos para lograr nuestros objetivos, es también la difusión de su uso. La distribución de comunicados, los espacios autogestionados, los carteles políticos, los actos de solidaridad, el sabotaje, los incendios, las manifestaciones combativas y la lucha armada son flechas en nuestro carcaj.
Cada acción tiene su propio significado y genera su propia ruptura en el sustrato de la cohesión social. Por supuesto, hay una gradación en el riesgo que corremos en cada una de las batallas de esta guerra y la medida en que cada unx se implique es una elección personal. Lo cierto es que todxs debemos apoyar coherentemente a completar mutuamente la amplia gama de medios y de diferente dialéctica del espacio anarquista, apuntando tanto al masivo tumulto social, como a la transición a estructuras comunitarias de libertad individual y colectiva.
En cuanto a nuestro caso (Nea Filadelfia), quiero compartir algunas reflexiones:
Sobre la situación de clandestinidad en la que se encontraban mis dos compañeros (F.Ch. y A.N.).
El objetivo del poder legal, cuando emite órdenes de arresto, es sobre todo el aislamiento de los compañerxs afectadxs. Por supuesto, el cómo lxs compañerxs logren romper este régimen de aislamiento, es algo que no depende solo de ellxs mismxs, sino también de todxs nosotrxs, que debemos mostrar nuestra solidaridad de facto para mantenerlxs cerca, tanto a nivel de compañerismo, ¡como de amistad…!
Tras un mes de encierro, las siguientes frases contienen una cierta crítica a nuestra detención y también a todos aquellos que reclaman el título de «infalible»:
«Bastó un error para que crecieran los muros que nos rodean, que se acortaran los días y las noches y que acabáramos siendo prisioneros…
Por eso, tú, que caminas hacia adelante, mira hacia atrás a los errores, los tuyos y los de lxs demás, ¡y aprovéchalos para dar un paso más hacia la continuación de tu ataque diario! En cuanto a ti, que meramente te quedas inherte y tu preocupación es la malitencionada verborrea y las críticas en las cafeterías, hablando desde tu seguridad, sobre las acciones y errores de lxs demás, lo único que te puedo reconocer es: ¡SÍ! ¡ERES INFALIBLE!»
Termino diciendo que nosotros seguimos UNIDOS y FUERTES, dispuestos a luchar con todos los medios posibles, hasta derrumbar toda prision imaginaria y real.
PS. Solidaridad con el compa Kostas Sakkas, en huelga de hambre desde el 4 de junio
Grigoris Sarafoudis
Módulo 1, Prisión de Koridallos