Recibimos y difundimos una carta del preso anarquista Alessio Del Sordo, en prisión tras la operación represiva contra la resistencia NoTAV del pasado 26 de enero. El texto es una contribución a las jornadas anticarcelarias celebradas en el CSA Kavarna a finales de octubre. Mientras tanto, nos enteramos de que en los últimos días, en vistas al inicio del juicio, el compañero fue trasladado de la cárcel de Prato a la de Turín.
Actualización: Alessio fue trasladado a Asti.
Para escribirle:
Alessio Del Sordo
C.C. Strada Quarto inferiore 266 – Loc. Quarto Inferiore, 14030 Asti, Italia
DESDE LA CÁRCEL DE PRATO
23 de octubre de 2012
Hola:
Espero que esta carta te llegue antes de las jornadas anticarcelarias.
Aprovecho estas líneas para compartir algunas reflexiones con vosotros, compas del norte. Así que os saludo a todos y empiezo con una pregunta: ¿qué identificamos hoy en día como prisión?.
Los muros externos, los barrotes, los llaveros (los carceleros), el tintineo omnipresente de las llaves, las torturas psicofísicas, la medicalización, las cámaras, el sufrimiento, la indiferencia y la resignación.
Esto y mucho más es una prisión. Pero también podríamos decir que, además de sus manifestaciones coercitivas, la cárcel tiene también un aspecto de lucro económico y de experimentación social que son el aglutinante real. El aspecto económico, en primer lugar:
la población es un recurso económico nada nimio a la que se injerta una serie de especulaciones enormes. Pero aunque no hubiera especulación, todo el aparato representa una fuente de ingresos nada nimia. Todo esto va evolucionando poco a poco en la medida en que, en muchas cárceles, se está a punto de entrar en el mundo del trabajo a toda velocidad. La producción artesanal, mano de obra a coste cero, totalmente chantajeable, cursos de formación en los que se producen la piezas que útiles para las grandes empresas. En resumen, los nuevos escribanos se están formando… Aquí se da la experimentación social: frente a la desolidarización y el desgarro social que 30 años de paz patronal impuesta han creado, nos acercamos cada vez más a la pesadilla de un mundo dividido entre los incluidos en el proceso productivo-social y los excluidos de todo ello. Partes cada vez mayores de la población son relegadas a los márgenes de este mundo. La prisión fuerza los tiempos, quema las etapas, quien está «dentro» ya está «fuera» de cualquier dinámica social. Ya está excluido. Toda su vida está mediada por la intervención de la institución. Y es esta la que en última instancia tiene la última palabra en todo.
Pero todo lo que he enumerado hasta ahora nos permite identificar de forma detallada, en sus particulares más infames, ¿qué es una sociedad carcelaria como la que vivimos?
Los pocos rasgos que he enumerado anteriormente se pueden encontrar en todos y cada uno de los rincones de las ciudades en las que sobrevivimos. Una prisión a puertas abiertas. Eso es donde estamos sometidos a vivir.
Todo esto solo puede seguir existiendo gracias a la dejadez, la indiferencia, la resignación. Justamente por luchar contra estas posturas, he decidido no pasar por el arresto domiciliario. Resistir con mi pequeña contribución la dejadez esparciendo conciencia, la indiferencia, practicando la solidaridad activa cotidianamente, la resignación, con la insubordinación constante. Pasadme por alto esta perorata de obviedades que he escrito, todo esto lo sabemos todos. Practicarlas también dentro de una cárcel infame es una forma de no alejarse del camino de lucha y vital de uno. El salir en arresto domiciliario autorelegándome a una encarcelación doméstica habría querido decir autoneutralizarme, «colaborar» con las autoridades en el momento en que mi conducta era y es perseguida.
Dejar espacio a otra resignación, a otra indiferencia, a otra dejadez,a veces, muchas veces, entre estos muros y fuera he escuchado discursos que remarcaban la dificultad de atacar un monolito de mil venas como la institución carcelaria, al contrario, creo que todo lo que se articula, se puede desarticular, que depende de la fuerza, del coraje, de la dedicación, del ingenio que utilizamos para dar cuerpo a un deseo enorme.
Un mundo sin prisiones un mundo sin autoridad.
Mientras escribo estas líneas, ha habido cuatro intentos de suicidio. Uno, por desgracia, ha llegado a puerto. La oscuridad ha tomado otra vida. Un chico de 25 años, no importa su origen, pero decidió acabar con todo. Lo llamaban Hallowi, no lo conocía. Esta noche mientras se golpeaban los barrotes al grito de asesinos, asesinos, he aprovechado para vaciar mis pulmones gritando los nombres del director Vincenzo Tedeschin, del comandante Guseppe Pilomili, del inspector de la división de media seguridad Salvatore Fiorenzano llamándolos por sus verdaderos nombres, infames asesinos. Esta mañana, en cambio, después de haber tenido visita me he negado al registro. Otro informe. Un pequeño gesto inútil. Mientras tanto, intento crispar, martilleando a todos sobre la necesidad de organizarnos. No tengo ninguna intención de rendirme, las escenas de maderos que se reían, mientras un chico que había intentado suicidarse era trasladado a la enfermería, no me abren heridas en el corazón, en todo caso, me guían en el propósito de hacer que de todo esto queden solo escombros ennegrecidos por el fuego. Palabras grandilocuentes, soy consciente de ello, no obstante son con las que puedo expresar el profundo odio que siento.
Haré, pues, aquello que sé hacer mejor, seguir luchando.
Vivo mi vida, no me malinterpretéis, no es mi intención juzgar las decisiones de los demás. De hecho, creo que las opciones de cada uno de nosotros, cuando se hace con plena conciencia y no se mete en problemas a los demás son extremadamente dignas, que cada uno haga lo que considera justo.
Ahora os saludo a todos. Todos el masculinos se pueden leer en femenino. Me parece jodidamente aburrido escribir todo el rato o/a.