Prisiones italianas: Escrito del compañero anarquista Alfredo Cospito

Traducción recibida el 06/05/2021:

Escrito de Alfredo Cospito desde el penal de Ferrara: una contribución sobre la «Propuesta para un nuevo manifiesto anarquista».

Anticipo que viviendo en una «burbuja» (una sección de alta seguridad) solo hoy, a abril de 2021, he recibido las «Reflexiones en merito al sustrato anarquista contemporáneo informal, insurreccional y internacionalista. Para un nuevo manifiesto anarquista», escrito en el lejano febrero-abril del 2020.

Aunque no sé cómo ha evolucionado la cosa me gustaría dar mi opinión. Dar mi contribución sobre aquello que creo que es la esencia real y concreta de aquella que a veces viene definida «la nueva anarquía», a veces «la internacional negra». Me gustaría que este escrito mío circulara lo más posible fuera de las fronteras italianas y por eso espero que algún compañero traduzca estas palabras mías en varios idiomas. Mi intención es simplemente aquella de aclarar algunos puntos, espero no pisar los pies a nadie, los míos son solo puntos de vista un poco diferentes…

La primera cosa que he notado en este escrito es que la Federación Anarquista Informal – Frente Revolucionario Internacional y la conspiración de las células de fuego no vienen nunca mencionadas. Esta carencia desde mi punto de vista es bastante sorprendente e indicativa porque estamos hablando de experiencias de lucha armada que, con todas sus limitaciones, han dado lugar a este fenómeno. Estas dos experiencias nos han dejado en herencia, una concreción que antes solo nos soñábamos, una concreción producida de una verdadera y propia «internacional». Una internacional que ha permitido a los y las anarquistas comunicarse a través de las acciones sin organizaciones y coordinaciones de ningún tipo. Una fuerza que se ha hecho reconocible presentándose al mundo a través de los acrónimos. Acrónimos detrás de los cuales no había más que anarquistas de acción que se relacionaban entre ellxs a través de las palabras que seguían las acciones. Compañeros y compañeras que en ese específico ámbito tenían un solo fin: la destrucción concreta, factual del existente y no el reconocimiento o la autorrepresentación dentro de una asamblea. En vuestro escrito (que si he entendido bien tendría entre muchos otros también el propósito benéfico de «mitigar las discrepancias» entre las así llamadas luchas «sociales» y «antisociales») la real esencia de esta «nueva» anarquía viene traída sobre las vías del insurreccionalismo clásico. Digo esto porque los conceptos básicos que son fundamentales para esta «nueva» anarquía en vuestras palabras vienen alterados si no completamente cambiados. Palabras que parecerían un intento de dar una organicidad, una estructuración a un fenómeno que por su naturaleza es etéreo, desestructurado y que encuentra su fuerza precisamente en esta intangibilidad e imprevisibilidad.

En Europa, en los pasados años, fueron experimentados entre anarquistas más o menos informales intentos similares al vuestro. Intentos de asambleas internacionales más o menos exitosas. Intentos que más allá de las intenciones iniciales no llevaron a nada más que a libros, documentos en común y manifiestos varios, reduciéndose de hecho al teatro habitual para lxs habituales compañerxs conocidxs. Me toca a este punto reiterar cuáles son (según mi solitario punto de vista) los conceptos fundadores a la base de las nuevas prácticas informales:

– Superamiento de la «herramienta» asamblearia, hablan solo las acciones, solo los y las anarquistas que arriesgan la vida golpeando duramente, la comunicación se da a través de las reivindicaciones.

– Exclusión de cualquier organización, también de coordinación, los escritos que siguen a las acciones de alguna manera invitan a los otros grupos a actuar de consecuencia, no hay necesidad de conocerse porque esto daría lugar a líderes o coordinamientos.

– Exclusión de los teóricos puros, que no tienen ninguna voz en capitulo, hablo de aquellxs compañerxs que a traves de su «lucidez» y capacidad teórica, logran (incluso no queriendo) imponerse en las asambleas.

Estas, en mi opinión, son las características fundacionales de todas aquellas acciones que en los últimos años han hablado por todo el mundo, rebotando muchas veces de un continente a otro, dando origen a campañas de lucha. No importa si las acciones vienen acompañadas de un acrónimo o no, lo importante es la comunicación que adviene a través de las reivindicaciones*.

En vuestra análisis sostenéis todo lo contrario de aquello que (en mi opinión) traspare con claridad y con toda la evidencia de las dinámicas concretas y reales de la así llamada «contemporaneidad anarquista insurreccional e internacionalista». En varios puntos afirmáis que no se debería limitar a la acción destructiva porque esta no bastaría a hacer caer todo el sistema. Presagiando después el riesgo de que limitándose a la acción destructiva se iría hacia el nacimiento de «grupos de especialistas de la acción», en definitiva, el habitual espantapájaros de la vanguardia. Llegando después de lógica en lógica a la sorprendente afirmación de que esta «nueva» anarquía no debe limitarse solo a los que llevan a cabo las acciones. Todos conceptos respetables pero que distorsionan la verdadera esencia de este fenómeno, devolviéndonos atrás al riesgo mucho más concreto y preciso de crear especialistas de la teoría (no de la acción) que, dando «poder» decisiónal a las asambleas, imponen (incluso no queriendo) su estrategia porque mejor preparados a escribir y hablar y quizás porque son compañerxs carismáticxs y conocidxs. En vuestro escrito se habla de «informalidad organizativa» y de «praxis insurreccional permanente», esta visión vuestra, me parece, no refleja plenamente la «contemporaneidad» del anarquismo de acción. A este punto me atrevo a intentar aproximativamente la «génesis» de este nuevo modo de entender el insurreccionalismo, al menos en lo que a Italia se refiere. Aquí entre nosotros todo ha comenzado como crítica al insurreccionalismo social y a su dinámicas asamblearias. En las asambleas siempre eran los mismos quienes hablaban porque tenían más experiencia, porque tenían las ideas más claras. Lástima que las ideas, siendo el producto de unos pocos iluminados, se estancaran. Las palabras de quien hablaba mejor, de quien escribía mejor y quizás tenía más carisma pesaban más de aquellas de lxs otrxs que intimidadxs se quedaban en silencio. La mayoría se unía al coro, a veces algunx intentaba intervenir pero sus palabras tenían un peso efímero. En resumen, las habituales, me temo inevitables, dinámicas asamblearias. Que quede bien claro que no estoy culpabilizando a nadie, simplemente en ciertos mecanismos sociales se entra sin ni siquiera darse cuenta, caemos todxs antes o después. De la crítica a los compañeros con más experiencia a experimentar caminos «nuevos» el paso fue breve. Se comenzó con el cuestionamiento de los coordinamientos hijos de las dinámicas asamblearias, para luego llegar al cuestionamiento de algunos «dogmas». Uno por todos, aquello que afirmaba que las únicas acciones válidas eran aquellas «reproducibles» (las «pequeñas» acciones). Una fórmula que demonizaba como «espectacular» y «vanguardista» cualquier acción que por su violencia pudiera ir un poco más allá. Me permito decir que en vuestro escrito este «dogma» corre el riesgo de resucitar cuando hacéis la distinción entre objetivos justos para golpear, «bases del sistema» y objetivos obsoletos, «símbolos del sistema». Las palabras cambian pero la esencia sigue siendo la misma. ¿Quién es quien debería decidir cuáles son los objetivos justos para golpear? Bastaría esta simple pregunta para meter en luz las contradicciones de una tal impostación. Con el tiempo, el último «tabú» a ser roto fue el de las reivindicaciones y las siglas y allí el pánico fue general también por las consecuencias represivas que una tal práctica hubiera comportado, y que efectivamente comportó. Durante algunos años, la mayoría del movimiento insurreccionalista de habla italiana ignoró estas «nuevas» prácticas. Pero el aumento del impacto, incluido mass mediatico provocado por acciones cada vez más objetivamente violentas hizo ridícula toda actitud de esnobismo y superioridad. Luego, con la difusión en medio mundo de la FAI-FRI, resulto demencial insistir con ese comportamiento. De forma crítica o hipercrítica, con las debidas distinciones, todos o casi todos tomaron conciencia que algo nuevo había nacido.

Ahora, me temo que ha llegado el momento de la «recuperación» y vuelven a salir los coordinamientos, las asambleas, los manifiestos. Estoy seguro de vuestra buena voluntad, pero me temo que con estos supuestos aquello que nacerá no podrá hacer otra cosa que recalcar (y lo digo sin ninguna ironía) el «viejo» y glorioso insurreccionalismo social. En mi opinión, es la metodología que habéis usado que es errónea. Deberían ser los grupos y lxs singulares anarquistas, a través de las acciones, a hablar. Solo de sus análisis, transmitidos a través de las acciones, se podrá fortalecer la nueva perspectiva anarquista. Sólo así se podrá hacer aquella selección necesaria, indispensable que excluya a priori a los «ideólogos de profesión», aquellos que no actuando en el real no tienen las herramientas afiladas y por tanto una visión concreta y realista para incidir en la realidad. No es una acusación, estoy seguro de que entre vosotrxs «ideólogos de profesión» no haya, es simplemente una cuestión de método.

Es el método que hace la diferencia entre las diferentes visiones de la anarquía. En este tipo de contexto, los análisis estratégicos no pueden caer desde arriba. Por muy elaborados y bien escritos que estén, las palabras deben transmitirse por la acción, de lo contrario el análisis carecerá inevitablemente de realismo y concreción. Dicho esto, el mío es solo un punto de vista. El punto de vista de un compañero prisionero que tiene una visión limitada de la realidad.

Precisamente por el discurso que acabo de decir, mi opinión vale por aquello que vale, poco. La mía es solo una contribución y espero que mis críticas se revelen constructivas.

Alfredo Cospito
19 de abril de 2021

* Sin embargo, cabe señalar que las acciones reivindicadas tienen una desventaja frente a las no reivindicadas: implican un mayor riesgo desde el punto de vista represivo. Por otro lado, sin embargo, incluso las acciones no reivindicadas tienen un inconveniente: la invisibilidad y la dispersión. El mensaje que (en una óptica social) las acciones no reivindicadas quisieran transmitir a menudo no llega o viene fuertemente nublado o distorsionado.

Fuente:
//fuoridallariserva.noblogs.org/post/2021/05/04/un-contributo-riguardo-la-proposta-per-un-nuovo-manifesto-anarchico/