[Prisiones Italianas] Es condenado a 28 años de prisión el compañero anarquista Juan Sorroche Fernández

Traducción recibida el 14/07/2022:

CON LA SANGRE EN LOS OJOS

El sábado 9 de julio, el tribunal de Treviso ha condenado a nuestro amigo y compañero Juan a 28 años de prisión (más tres años de libertad vigilada, 30.000 euros de indemnización a la Lega y 17.000 euros de costas judiciales) por ser considerado responsable del ataque contra la sede de Treviso del Carroccio que tuvo lugar en agosto de 2018.

Despues de la reciente configuración del delito de «masacre política» – el cual prevé la cadena perpetua – por un ataque explosivo contra el cuartel de los carabinieri de Fossano atribuido a los anarquistas Anna y Alfredo, se trata de la pena más alta, en nuestra memoria, jamás impuesta en Italia por una acción directa que no ha provocado heridos. Entre los infinitos ejemplos posibles, se puede constatar que el delito de «masacre política» no ha sido impugnado ni siquiera por la masacre de Capaci, mientras que el fascista Traini ha sido condenado a 12 años de prisión por haber disparado, hiriendo a seis, contra inmigrantes (y contra una sede del PD…). Los agravantes del «terrorismo» (y de las «masacres» sin muertos ni heridos) valen para los revolucionarios en general y para los anarquistas en particular.

Podriamos también recordar aquello que en gran parte de la llamada sociedad civil se decía en el 2018 sobre el racismo de Estado, sobre los inmigrantes segregados en los barcos en los puertos, sobre las declaraciones del ministro del Interior Salvini. Decimos a drede declaraciones, porque la práctica concreta del racismo de Estado, los acuerdos criminales con Libia, etc. nunca ha sido modificado por el color del gobierno en el cargo. Pero el consenso social hacia el racismo institucional no es un mero oropel: los cotidianos tuits del Capitán han producido un decreto de seguridad que ha ampliado hasta 12 años las posibles penas por los piquetes y los cortes de carretera. Como en Italia ha sucedido desde 1975 – en aquel texto único de seguridad que comenzó con la Ley Real y que nunca ha terminado – las normas «excepcionales» se estratifican sin que las supuestas indignaciones democráticas conduzcan jamás a la más mínima derogación.

Mientras en estos días se descubre el agua caliente: que detrás de las normas sobre la concurrencia relativa a los taxis están las presiónes políticas de una multinacional como Uber, se pretende que la materia de la «seguridad» sea en vez «técnica». Como si el endurecimiento de las penas contra los piquetes obreros no hubiera sido un encargo de los patrones de la logística.

Si hasta ahora nadie había tomado 28 años de prisión por una acción como aquella de Treviso, no era por los límites juridicos (con el agravante de «terrorismo» aplicada a los singulares segmentos que componen una acción –confeccion, transporte, uso de materiales «Mortales» – se llega queriendo cerca de la cadena perpetua), sino por límites sociales. El mismo motivo por el cual nadie se ha llevado aún 12 años de prisión por un piquete (aunque si la norma que lo consiente está ahí, lista para su uso). Esto es: un sistema en guerra, que pasa de Emergencia en Emergencia, que transforma sus propios desastres en oportunidades de nuevas fugas en adelante tecno-militares, tiende a desbordar aquellos límites que eran fruto de los ciclos de lucha -así como de valorización capitalista- precedentes. En este sentido, hay un urgente problema de autodefensa colectiva.

La furia en la confrontación de las anarquistas y de los anarquistas revolucionarios, sin duda, tiene su propia especificidad. La disponibilidad al riesgo demostrada en estas décadas de pacificación social, así como la ausencia de santos en el paraiso entre la clase política e intelectual, los hacen particularmente expuestos a los golpes.

Pero quien, en el ámbito «antagonista», permanecerá indiferente ante el 41bis para Alfredo, a la posible cadena perpetua para él y Anna, a los 28 años para Juan, no sólo revelará su propia insuficiencia ética, sino que hara de verdad mal sus propias cuentas. A salvo de la represión ahora solo están los que se resignan.

Por lo que a nosotros respecta, después de haberlo tenido a nuestro lado durante veinte años, no dejaremos a Juan solo ahora. No es sólo el odio hacia el dominio del hombre sobre el hombre y sobre la naturaleza a hacernos salir sangre a los ojos, sino también el amor hacia un compañero al cual hemos conocido el coraje, la modestia, la dulzura.

Para escribirle:

Juan Antonio Sorroche
Casa Circondariale
Str. delle Campore, 32
05100 Terni TR. Italia

Fuente:
//ilrovescio.info/2022/07/14/col-sangue-agli-occhi/