Sigue una crítica del No Border Camp en Colonia y Düsseldorf- en el momento en el que se escribió el texto, el evento aun no había acabado, termina oficialmente hoy, 22 de julio.
Las expectativas sobre el No Borders Camp de este año, celebrado entre el 13 y el 22 de julio en Colonia, eran altas, se deseaba poner en práctica todo lo que las comunidades de activistas habían reivindicado sobre la lucha de lxs refugiadxs por un trato decente. Pero en el momento de la verdad, la institución misma las ahogó.
Desde el principio, estaba claro que existía una “jerarquía invisible” en el campamento que hizo todo lo que estuvo en sus manos por destruir la naturaleza autónoma anarquista que el No Borders había cultivado durante años. Pero, probablemente, no sea tan sorprendente cuando se tiene en cuenta que el campamento estaba cofinanciado por la Unión Europea, a través del fondo Youth in Action y un sindicato vinculado con los socialdemócratas. La revelación, escondida en la letra más pequeña que encontraron, se entendió como un condición sine qua non por las fuertes lluvias que cayeron en el campamento durante los 10 días que duró y la carpa de circo que alquilaron para el evento.
Desde el comienzo, se podían observar intenciones claras de dirigir a lxs participantes a formas más liberales de expresión política dominante en vez de a una radical, basada en el consenso y la solidaridad mutua a través de grupos de afinidad y autogestión espontánea. Esta sensación de control jerárquico aumentaba a medida que pasaba el tiempo, hasta que al final muchxs activistas o abandonaron el campamento completamente desde el segundo día, o delegaron toda la autoridad a sus grupos de afinidad o pasaron por el aro de la jerarquía encogiéndose de hombros desesperanzadamente y viendo una oportunidad para sus objetivos individuales de carreras en la política dominante.
Sin embargo, los mayores culpables son los miembros del comité organizador, que pusieron entre sus objetivos hacer del campamento un evento social aceptado por todos en vez de una base desde la que lanzar ataques constantes contra la tiranía del Estado en lo que respecta a los derechos de lxs refugiadxs en el continente europeo. En vez de facilitar un buen punto de partida para ver dónde puede llegar el campamento, realizaron un intento deliberado de dirigir la asamblea general hacia sus objetivos liberales. Nunca hubo forma de razonar con ellos, sino una constante reafirmación de su posición que incluso llegó a negar que existiera un punto de vista divergente (algo increíble de ver ante tus propios ojos).
Uno de los principales asuntos donde se podía observar esta actitud fue la de tener un bar en el campamento. Desde la primera noche, se instaló el bar cerca de la entrada debajo el puente. Al principio, se dijo que el bar solo funcionaría a ciertas horas en días determinados, pero en realidad estuvo abierto todas las noches desde las 18:00 hasta pasada la medianoche. Pronto, varixs refugiadxs (cuyas exigencias se habían publicado en la página web de noborder.antira.info en un esfuerzo por garantizar que el campamento funcionaría, al menos, ideológicamente según sus necesidades y requisitos, con el resto de nosotrxs apoyándolxs en solidaridad) empezaron a expresar su desaprobación respecto del bar, que les hacía sentir insegurxs. Decían que tener gente borracha diluiría los esfuerzos del campamento por crear solidaridad mutua y llevaría a más intervenciones racistas por parte de individuos en un contexto social. De hecho, estallaron discusiones dado que la borrachera se llevó lo mejor de sus mentes racionales y empezaron a salir a la luz diversos prejuicios culturales y raciales dominantes, sin ningún tipo de desafío a su comportamiento por parte de quienes lxs rodeaban.
Aun así, cuando se sacó el asunto en la asamblea general, los que llevaban el bar se rieron de las exigencias, actuando siempre de forma defensiva, sin transigir en ningún punto sino asegurando que tenían la razón. Nunca intentaron empatizar, sino que afirmaron que era necesario tener el bar por el bien del campamento, no solo a costa de lxs refugiadxs y lxs solidarixs, sino también pisoteando el derecho de todxs a decidir cómo funcionaría. El bar siguió despachando bebidas hasta el final del campamento, a pesar de los llamamientos del grupo de seguridad a cerrarlo, aunque finalmente el boicot gradual llevó a su abandono.
Se expresó una terquedad similar en relación a asuntos tan importantes para la comunidad activista como el veganismo (a pesar de publicitarlo como un evento vegano, se negaron a cumplir su palabra), además de antiziganismo (se expusieron fotos del pueblo romaní tintadas de prejuicios raciales en un taller) y autoritarismo (los organizadores, en vez de buscar el consenso, tomaban decisiones verticales, negando constantemente la necesidad de grupos de afinidad).
Se llevaron a cabo varios intentos de cambiar la estructura de poder con la que parecía que se había entrecruzado el campamento, sobre todo, en forma de una asamblea alternativa que, al final, llevó a acciones en el Consulado francés en Düsseldorf, donde 11 personas fueron detenidas por allanamiento y resistencia a la policía. La acción se coordinó para mostrar solidaridad con la muerte “accidental” de Noureddin en Calais unas dos semanas antes. Pero con la naturaleza fragmentada del campamento, solo un grupo selecto de personas pudo participar e, incluso, saber de la acción. Formado básicamente por un grupo de personas que se unieron para elitizar a sus miembros y alienar a lxs que querían participar en sus acciones, crearon su propia camarilla de jóvenes rebeldes que solo querían molestar a las autoridades bajo el pretexto de la solidaridad. Lo que dio lugar a otra organización vertical con la desconfianza y la falta de cooperación dándoles razones para excluir a otrxs de la ocupación del consulado francés.
Más exitosa a la hora de recibir apoyo fue la ocupación de la sede del partido Verde, al final, unas 50 personas fueron desalojadas por la policía con otrxs en apoyo por fuera. La acción se llevó a cabo en solidaridad con cuatros refugiadxs que habían estado en huelga de hambre durante dos semanas en el centro de Düsseldorf. Sus acciones, junto a las de otros grupos en el Estado alemán, buscaban destacar la falta de derechos humanos básicos para lxs refugiadxs, a lxs que no se les permite salir de un perímetro de 30km del centro de detención, que recuerda poco más que a una prisión, sin instalaciones sanitarias básicas y horas de comidas reglamentadas. Algunxs activistas mostraron su solidaridad con ellxs durmiendo en el porche, sufriendo constantes acosos de la policía para evitar que estuvieran acostadxs durante más de una hora.
La atención de la prensa en las dos acciones del viernes podría haber ayudado a la causa de lxs refugiadxs, pero hasta la marcha del último día en el aeropuerto tendría poco efecto a la hora de crear un acercamiento galvanizado a las luchas No Borders que podría haber convertido el campamento en un éxito.
El mal sabor de boca de lxs pocxs activistas comprometidxs que siguieron hasta el final, después de haber viajado desde lejos para asistir al evento, significó que la mayoría solo quería que todo se acabara lo más pronto posible, para no tener que lidiar más con todos esos asuntos.
Los organizadores fueron igualmente fríos y lo intentaron todo para atacar a aquellxs que intentaran hablar contra su autoimpuesta autoridad. Mientras en otros campamentos como el de Bulgaria estos intentos se habían superado o, al menos, desafiado, aquí en Alemania, con sus evolucionadas estructuras izquierdistas, la confusión entre autogestión anarquista y el control social del marxista Die Linke dentro de la dirección solo sirvió para desempoderar más a lxs asistentes.
Nació un nuevo eslogan autocrítico en el campamento que sirvió para sofocar la rabia por la dureza y la crueldad de las condiciones en lxs que muchxs refugiadxs se encuentran dentro de la Fortaleza europea (varias personas insinuaron que el Frontex se encuentra en la misma lista de financiación que el campamento No Border de Colonia): “¡Sin fronteras ni naciones! ¡Para las vacaciones!” A pesar del chiste fácil, reflejaba un intento decidido por parte de los poderes-existentes-allí por crear un ambiente festivalesco en el campamento que giraba hacia un capitalismo blanquista, con música en vivo y talleres jerarquizados que reemplazaron la acción directa y la organización horizontal.
Ya se está planeando un No Border Camp cerca de Berlín para el próximo año, volviendo a las raíces anarquistas de este. Si las cosas no son radicalmente distintas, rompiendo con el estilo germano-céntrico de Colonia, será difícil convencer al resto del movimiento de que sus activistas no son más que gafapastas autónomxs que no buscan más que la mediocridad y la inclusión social dentro del discurso político dominante.
—escrito por compas de Contra Info que asistieron al No Border de Colonia
original en inglés