Primera sesión del juicio por el caso de la doble expropiación de Velventos, Kozani, en la sala especial de las prisión de mujeres de Koridallos (29.11.2013)
La razón por la que me encuentro aquí -frente a ustedes- no es en absoluto para obtener su compasión, pedir por perdón o demandar un juicio justo. Palabras y significados como justo e injusto, las han degenerado y degradado completamente el sistema al que ustedes sirven. No acepto ningún guarda de la legalidad burguesa, ningún esclavo de la autoridad para juzgarme y condenarme. Me encuentro aquí, hoy, en este teatro de simbolismos, para recordarles que siempre habrá personas decididas, personas de la lucha que no se han subyugado a vuestra aparente omnipotencia. Me encuentro aquí, como anarquista, adversario y enemigo vuestro, para invertir los términos de la batalla, para salir de la posición defensiva en que ustedes quieren que esté e pasar al ataque. Para enfatizar la línea divisoria entre dos mundos. El de la explotación, la opresión y la autoridad que ustedes representan y el de la lucha, la solidaridad, la revolución de la que yo también formo parte.
Otra batalla en la eterna guerra de lxs revolucionarixs contra el dominio. Y como en toda batalla, no estamos solxs, tenemos a nuestro lado, mental y físicamente, a compañerxs, luchadorxs, personas que componen el mundo de la lucha. Me encuentro aquí por mí, por todxs lxs compas que han estado en mi posición antes que yo, pero también por lxs que vendrán en el futuro. Añadiendo un momento de lucha a la memoria colectiva.
Quizá, pues, por ahora me encuentro aquí y ustedes resolverán los años me echarán, años que para ustedes son solo otro número que viene a sumarse a los miles que ustedes otorgan tan fácilmente -verán, el peso «ético» es más ligero de esta forma y les ofrece sueño tranquilo por la noche. Quizá, pues, por ahora los papeles se han repartido así pero seguro que llegará la hora -si no para ustedes, para lxs que continúen este sucio trabajo suyo- cuando llenemos sus sueños de pesadillas. Cuando la voz de miles de insurgentes haga eco, perturbando su aparente calma. Y, entonces, los papeles no significarán nada, su autoridad y poder serán hechas trizas y sus decisiones les pesarán. A lo mejor, ese día tarde y, lo más probable, ni siquiera viva para vivirlo. Sin embargo, mientras el aire fluya en mis pulmones y sangre por mis venas, no me detendré, para luchar por ello. Por la revolución, por la libertad.