Traducción recibida el 16/07/2022:
El 9 de julio nuestro amigo y compañero Juan ha sido condenado en primer grado a 28 años de prisión, y sucesivamente tres años de libertad controlada, por la acusación de 280 bis (atentado con fines de terrorismo) por el ataque explosivo que en el 2018 ha dañado la sede de la Liga de Treviso. Una condena evidentemente ya escrita, que reconoce enteramente las solicitudes del Fiscal a pesar de que la reconstrucción de la acusación haya sido rápidamente desmentida durante el juicio (en particular en lo que respecta a la presunta «prueba» del ADN), y descaradamente finalizada a enterrar vivo a Juan bajo décadas de prisión, incluso en ausencia del cargo por masacre, retirada por el mismo Fiscal durante la requisitoria. Juan se encuentra recluso desde hace tres años en la sección de Alta Seguridad de la prisión de Terni, desde la cual siempre ha continuado haciendo oír su voz dentro del debate anarquista, con escritos, contribuciones a asambleas e iniciativas, huelgas de hambre en solidaridad con otros prisioneros, y reivindicando, también en el proceso de Treviso, su anarquismo y su apoyo a las prácticas de ataque y de acción directa. En el momento de su detención debía cumplir una condena acumulada de 8 años, y actualmente, tras el archivo de las diligencias que lo veian investigado por 280 bis por la acción contra la escuela de policía POLGAI de Brescia, es imputado por una nueva acusación de 280bis por un ataque que se remonta al 2014 contra el tribunal de vigilancia de Trento. En el mismo procedimiento, otros dos compañeros están acusados de haber favorecido la fuga de Juan en los años anteriores a su detención y un tercer compañero, Massimo, se encuentra bajo arresto domiciliario con la acusacion de extorsión por el intento de hacer leer durante una emisión de radio un texto sobre la masacre en las cárceles de marzo de 2020. Esta claro que la desproporción de las acusaciones (masacre y terrorismo, para Juan, extorsion para Massimo) respecto a cuanto realmente acadecido no es el atrevimiento de algun Fiscal afectado por manias de grandeza, sino una decision finalizada a quitar de la circulacion, por un periodo de tiempo indefinido (en el caso de Juan sustancialmente a vida) compañeros con los cuales desde décadas el Estado queria acabar, por su contribucion a las luchas y porque determinados a hacer del anarquismo una fuerza viva y peligrosa para el poder, lejos de cualquier pacificación y de cualquier renuncia a sus propias ideas y sus prácticas, convencidos de que el momento de actuar es aquí y ahora y que la perspectiva revolucionaria no es un sueño a posponer a un futuro indefinido sino un intento concreto de meter en acto en el presente.
El mismo tratamiento se esta reservando a Alfredo y Anna, imputados en la operación Scripta Manent: no solo Alfredo ha sido trasladado en régimen 41 bis (aislamiento total, definido como una forma de tortura incluso por instituciones ciertamente no revolucionarias como el Tribunal Europeo de los Derechos del Hombre), pero el tribunal de casación ha redefinido una precedente condena por masacre en «masacre política», que prevé como pena base la cadena perpetua. En el mismo juicio, algunos compañeros han recibido condenas de hasta dos años y medio con la acusación de instigación a delinquir por la redacción de periódicos y paginas web: el intento de acabar con las prácticas de ataque va acompañado del de silenciar la propaganda; incluso el traslado de Alfredo en el 41 bis puede ser interpretado, entre otras cosas, como finalizado a interrumpir la aportación de escritos, libros,entrevistas, correspondencia que el compañero ha siempre continuado a hacer salir desde la carcel.
Detrás de condenas que no encuentran precedentes en los últimos decenios de historia del movimiento anarquista se esconde un plan complejo definido explícitamente a partir de la creación de la Direccion Nacional Antimafia y Antiterrorismo: además de extender el uso del 41 bis, cerrar la partida con un area, aquella anarquista, que, más alla de la fuerza efectiva, no se ha nunca prestado a compromisos o arrepentimientos y que decenas de investigaciones por 270 bis (asociación con fines de terrorismo) o por asociación a delinquir no han consegui desarticular: las operaciones por delitos asociativos continúan a ser producidas a ciclo continuo (solo en los últimos años: Bialystok, Sibilla, Panico, Lince, Scripta Manent, Prometeo, Diamante, Scintilla, Renata, Ritrovo…) y comportan largos periodos de custodia cautelar, pero raramente llegan a condenas, propio porque la estructuración rigida prevista de la definición de los delitos asociativos mal se adapta a la informalidad y a la horizontalidad de las relaciones de afinidad entre compañeros anarquistas. Mejor entonces, para acabar con aquellos compañeros que, a pesar de todo, todavía se obstinan en hablar de conflicto, de insurrección, de revolución (y actuan de consecuencia), usar acusaciones que prevén penas inconmensurables: garantía de que un puñado de subversivos por algunas décadas no veran la luz del sol, una advertencia para aquel que, quedado suelto, pretenda continuar en el camino de la lucha y del ataque, prevención del «contagio» anarquista entre los explotados (¿quién se te acercara si las prácticas que siempre has reivindicado comportan la cadena perpetua?).
El intento de acabar con el anarquismo revolucionario y conflictivo no es una artimaña enteramente italiana, sino mas bien una tendencia europea, vistas las numerosas investigaciones y detenciones que ven involucrados compañeros anarquistas en Inglaterra, Francia, Alemania, Grecia, y es evidente que el ataque hacia los anarquistas no puede ser entendido sino en el contexto de emergencia permanente y de guerra desplegada en la cual estamos inmersos desde hace ya dos años. Años de fortalecimiento del Estado, de su presa sobre el territorio y de su control sobre la población, de aumento de los poderes de la policía y del uso del ejército en el frente interno, de experimentación de zonas rojas, pases verdes y prohibiciones de manifestarse, de dura represión de calle (desde las cargas contra quienes protestaban contra el pase verde a las medidas cautelares hacia los estudiantes que salieron a la calle tras las muertes en la alternancia escuela-trabajo) y sobre los puestos de trabajo, del aumento del control tecnológico y del precio de los bienes de primera necesidad, al borde de una crisis económica y de un empobrecimiento general cuyas consecuencias, incluso en términos de conflicto, son difíciles de imaginar, pero respecto a las cuales el Estado ya está preparando sus propias contramedidas, y en las cuales los anarquistas podrían tener algo que decir, y la posibilidad de encontrar la rabia de otros explotados y empobrecidos. Mejor entonces encerrarlos y tirar la llave: serán pocos y desorganizados, pero no hay otra forma de quitarlos de en medio.
En cuanto a la acusación de terrorismo, no tenemos mucho más que decir de aquello que ya ha dicho Juan en su declaración ante el tribunal de Treviso: la violencia revolucionaria sabe elegir sus propios objetivos, la violencia indiscriminada pertenece al Estado, que, precisamente en los meses en los cuales venia atacada la sede de la Lega, causaba miles de muertos en el Mediterráneo y en las fronteras, que inauguraba la gestión terrorista de la epidemia con una verdadera y propia masacre de Estado (14 muertos) en las cárceles.
El dolor y la rabia causados del saber de un compañero nuestro golpeado por una condena a una pena de la cual no podemos ver el final, no hace que reforzar nuestras convicciones: continuaremos en el camino de la lucha, del conflicto permanente, de la acción directa. Como siempre, pero desde hoy con un motivo más. Por la enésima vez el Estado ha hecho mal sus cuentas.
SOLIDARIDAD CON JUAN
SOLIDARIDAD CON ANNA, ALFREDO Y LOS IMPUTADOS DE LA OPERACIÓN SCRIPTA MANENT
LIBERTAD PARA TODOS
TERRORISTA ES EL ESTADO
Anarquistas de Trento y Rovereto
Fuente:
//ilrovescio.info/2022/07/15/lo-stato-condanna-juan-a-ventotto-anni-di-carcere/