Traducción recibido el 21/02/2023:
LA PATRIA DE BECCARIA? [1]
UNA PATRIA DE ENTERRADORES
Muchos quieren el muerto pero ninguno asume la responsabilidad de vestir las vestiduras del verdugo. En compensación son tantos los enterradores preparados a tirar paladas de fango para preparar el agujero al anarquista. Un baile grotesco y descompuesto entorno a una horca: «tolerancia cero», pasarse la pelota institucional, cambios de ruta a según de las audiencias, el fantasma de la anarquía que tiene «en jaque» al gobierno, es más al Estado, y después los anarquistas «masacradores» conspirando con los mafiosos masacradores, con la comparsa del PD [2]
Un teatro nunca escrito y nunca recitado, un arrebatarse de «expertos» ignorantes, mentirosos profesionales y compulsivos, bajo periodismo, desidia y bellaqueria que no hace otra cosa que revelar aquella que es la potencialidad de un individuo que emprende sólo una lucha contra el moloch estatal. Un moloch entre otras cosas que sus mismos constructores declaran bien frágil si bastan escritas sobre el muro, escaparates rotos y algún coche quemado a meterlo en «peligro».
Desde cualquier lado del cual se mire, la lucha de un anarquista encontrándose en un régimen de tortura ha roto la narración imperante. A pesar del ridículo intento de acreditarlo como relacionado (o peor todavía directo…) por la mafia, a pesar del ridículo intento de esconder actos y palabras, parece que un poco de sentido crítico prevalezca y el intento de minar la credibilidad y la integridad obtiene el efecto inverso de hacer emerger la coherencia linear de los antiautoritarios y revolucionarios que defienden y continúan a defender ideas y prácticas, sin hacerse distraer por los fuegos artificiales de la política mediática post-moderna. Y se unen donde la represión querría dividir.
Si se mueve la atención de la cortina de humo que ha sido levantada, obligando así a responder a las sandeces de baja lega, bastaría recurrir a los cardines del pensamiento antiautoritario: hablar de una soldadura entre anarquistas y mafia (y de su colorario que el antagonismo de calle apoye a los «mafiosos») es un osimoro así como lo sería hablar de una soldadura entre anarquistas y el Estado para quién, por caso alguno lo habría olvidado, del rechazo de la delega política ha hecho desde siempre un baluarte contra las derivas representativas y el mercado que está subyacente. Así como oponerse a la cárcel y a la tortura no significa santificar a quien está dentro, muchas veces mano de obra esclavizada (y/o aspirante encima) las mismas dinámicas políticas y antiautoritarias.
El anarquismo tiene la culpa de haber sido barrido y maltratado por la historiografía oficial o fagocitado en el vórtice de aquel analfabetismo cultural típico de la incultura digital del 21° siglo, y sin embargo su contribución al desarrollo de las tensiones y del camino revolucionario de los últimos dos siglos ha sido fundamental, así como muchas veces expuesto al riesgo de instrumentalizaciónes, epuraciones internas o autodisoluciones, incapaz de hacer fructuar los resultados obtenidos a largo tiempo.
El anarquismo tiene, pero, lo bueno de ser una mala planta, tenaz y difícil de extirpar, que brota más potente si se intenta eliminar. Es aquello que estamos viviendo. La capacidad mercurial de unirse y dividirse, la fluidez y la impredecibilidad han hecho sí que haya habido la capacidad de levantar una de las cuestiones más espinosas, censuradas y camufladas: cárcel y regímenes de tortura.
Tanto habría que discutir, en el inmediato y en perspectiva. Ahora hay un hombre que apoyar, hasta el fondo, visto que sobre su piel muchos están jugando, sin vergüenza.
Anna Beniamino
05/02/2023
Fuente:
//infernourbano.altervista.org/la-patria-di-beccaria-una-patria-di-becchini/
Notas
[1] Autor del libro: Tratado De los delitos y de las penas.
[2] Partido Democrático, ex PCI