Atenas: Texto de 10 anarquistas presos en el módulo D de las prisiones de Koridallos (12/01/2014)

Con motivo de algunas cuestiones que han surgido en relación con los últimos sucesos en Koridallos, creemos que es necesario subrayar algunas cosas. Lo que consideramos crucial no es que se denuncie o que se aísle políticamente a la Conspiración de Células del Fuego en particular (nos referimos al núcleo de miembros presxs, dado que las células que firman con el mismo nombre en el extranjero probablemente no están al tanto, ni son responsables de las acciones de otras personas) y, aún más, consideramos que eso no debe pasar por su orientación teórica. Es la peor forma de politiquería, echar la culpa a toda una corriente anarquista en conjunto, por hechos y opciones que tienen que ver con una de sus partes. La crítica es independiente, ya se trate de anarcosindicalistas o de anarconihilistas. Lo que nos concierne son los comportamientos autoritarios que existen dentro del espacio anarquista, que no pocas veces se expresan a través de la violencia verbal-física. Consideramos la violencia parte inseparable de la vida y de la acción política, cuando está dirigida contra el Estado, el Capital y el Poder, pero infértil, perjudicial y autodestructiva, cuando interfiere en las relaciones entre anarquistas, dado que su finalidad objetiva es la imposición y reintroduce, de la peor manera, la relación autoritaria entre personas que, supuestamente, la odian. Su único resultado es el autoaislamiento, la destrucción de la dialéctica y, al final, la anulación práctica de nuestra proyectualidad anarquista.

Pero claro, no consiste en una partenogénesis. Sin embargo, el impulso natural hacia la autoridad e imposición existe dentro de todxs nosotrxs, al igual que la pasión por la libertad y el deseo de igualdad en nuestras relaciones como compañerxs. Muchas veces surge espontáneamente a través de la expresión de nuestros instintos contradictorios y se expresa con o sin pretextos éticos o políticos, pero la mayoría de las veces los motivos son obvios. No tiene sentido hablar aquí de la violencia que se manifiesta por razones personales en las relaciones interpersonales, solo nos limitamos a decir que es una cuestión de conciencia y de consecuencia con los valores evitar estos métodos autoritarios.

Hablaremos del uso de la violencia como herramienta de imposición política que, cuando no apunta a los poderosos y se vuelve contra lxs anarquistas, destruye literalmente el significado de nuestra visión anarquista: tanto si se ejerce en una manifestación contra compañerxs que eligen, por ejemplo, una estrategia de enfrentamiento contra la madera, mientras otrxs siguen una estrategia diferente, o si se trata de una crítica, que alguien cree que es ofensiva o difamatoria. En el primer caso, la única solución posible es la composición de las estrategias y, si eso no es factible, por la falta de organización y comunidad, la solución es seguir distintos caminos de lucha. En el segundo caso, los análisis estarían de más. Como es aceptado por todos que, aunque haya una sola realidad, cada unx de nosotrxs la percibe de manera distinta y las verdades subjetivas de cada compañerx varían. Por lo tanto, cuando alguien critica, lo más probable es que quien recibe la crítica se sienta difamadx. Los límites entre crítica y calumnia son delgados, hasta inexistentes. La única restauración posible de la verdad subjetiva de quien recibe esa crítica es a través de la expresión verbal. Ninguna imposición violenta puede indicar quién dice la verdad, solamente quien tiene más fuerza (física, organizativa o armada).

Pero la esencia es que la invocación de un código de honor que se ve afectado y de una imagen que se mancha no tiene nada que ver con el carácter iconoclasta de la crítica anarquista que promueve el desafío perpetuo y profana lo sagrado, liberando el espíritu humano de la rigidez mental.

Así que tratar de dar fin a la introversión de lxs anarquistas con un acto de pura violencia autoritaria, puede tener 2 resultados: 1º, el inicio de otra confrontación-masacre violenta entre anarquistas, en la que se derramará mucha sangre, saliva y tinta, o 2º, la obediencia de todxs al conservador código de honor de caballeros, que conlleva la mutilación de la crítica con miedo y la consecuente castración de la anarquía de la herramienta más importante de la autoevolución.

Naturalmente, no nos engañamos con lo de que la paliza a nuestro compañero Yannis Naxakis tenía en realidad como objetivo sanar «la sífilis de la introversión». Leyendo entre las líneas, cuando la CCF escribe que no hay correcto ni incorrecto, pero que todo es objetivo, es muy fácil bautizar nuestra verdad de mentira y señalarnos como impostores. Sabiendo, pues, que la amenaza del asesinato apunta indirectamente hacia nosotros también, opinamos que la vil emboscada a nuestro compañero fue un momento de un plan político-militar para imponer el silencio sobre temas concernientes a esta organización. Aparte de un chantaje, de carácter mafioso que transgrede los valores anarquistas, constituye ahora, no solo una muestra de un comportamiento autoritario extremo sino también una expresión de un totalitarismo peligroso y fetichismo de la violencia que puede dirigirse, potencialmente, contra todos. Y este plan viene a completarse con la amenaza contra el compañero, que si no retira sus palabras, tendrá problemas en todas las prisiones y acabará en módulo de aislamiento-protección.

Y, naturalmente, el totalitarismo es simplemente la evolución esperada del uso de la violencia como regulador de la dialéctica revolucionaria. Ya es conocido que dentro del seno del movimiento revolucionario salieron el terrorismo de la guillotina democrática, la censura sangrienta del estalinismo, mas también el fascismo mismo. Podemos entonces imaginarnos, por muy oxímoron que parezca, un Poder “anarquista”, que exige la aceptación de su naturaleza anarquista como condición necesaria, para que no se califique a alguien de impostor del partido anarquista y se le mande a la horca. Esta es la peor pesadilla para la proyectualidad anarquista y un peligro real, cuando encuentran espacio y se desarrollan tales mentalidades, como la que expresó con dichos y hechos el núcleo de miembros presxs de la CCF.

Por supuesto, hay varias extensiones que hacen este suceso horripilante, como el hecho de elegir arriesgar el detonante de un círculo sangriento entre los considerados como anarquistas en Koridallos (dentro del ambiente hostil de la cárcel), dejando al Estado el papel de árbitro, repartiendo cadenas perpetuas en “celdas blancas” y a los buitres de los media difamando y quitando el sentido de nuestra lucha a los sujetos que no están conectados directamente con los círculos anarquistas y que nos consideran como una totalidad indivisible en la que las acciones de unx nos las cargan a todxs.

El hecho de que creemos que en el ambiente hostil de la cárcel no hay espacio para devolver la violencia autoritaria como contra violencia, en ningún caso significa que aceptemos la salida que estratégicamente deja el texto de la CCF, sino seguramente romperemos el silencio que se nos intenta imponer mediante amenazas, estando preparados para enfrentarnos a las consecuencias de nuestras palabras.

Otra dimensión exasperante del suceso es que los que golpearon usan como pretexto la calumnia, que muchas veces han puesto en práctica ellos mismos tanto contra nosotros como contra muchos proyectos anarquistas con los no están de acuerdo, usando un lenguaje, en el que la crítica dura se mezcla con maliciosidad y expresiones agresivas. Cuando más, para superar la (imprecisa y consecuentemente malinterpretable, según nosotros) crítica del compañero Naxakis (que nos señala también a nosotros, no para distanciarse, sino para expresar su pensamiento diferente), le difaman extremamente. La afirmación sin fundamento de que el compañero critica la CCF por un trato más favorable en el tribunal, tropieza con el hecho de que ha elegido la negación total de defensa legal. Mientras tanto, las acusaciones sobre utilitarismo y comodidad se desmienten por su actitud permanentemente de enfrentamiento con el servicio penitenciario. El uso de la violencia física como medio de imposición de opiniones dentro del espacio anarquista/antiautoritario es exactamente la consecuencia de la transformación de las conversaciones que toman lugar en las cafeterías y de las enemistades personales en textos políticos, ya sea por rigidez mental o vanidad. La violencia verbal que tantos años llevan aceptando y reproduciendo lxs anarquistas, desarraigando valores anarquistas básicos, como el respeto mutuo y el entendimiento, preparó el terreno para la aplicación de tales prácticas.

En fin, la cuestión para nosotros no es recordar otra página negra en la historia de la lucha anarquista, ni aislar políticamente corrientes u organizaciones anarquistas, sino tachar de una vez por todas, comportamientos que degeneran la esencia de nuestra lucha. Por supuesto que no nos hacemos los santos puros, dado que la mayoría de nosotros nos hemos involucrado en sucesos de violencia intranarquista. La CCF – núcleo de miembros presxs nos ha ofrecido un ejemplo a evitar, que simplemente demuestra cuál es la evolución de la cultura de la violencia. Superémosla.

La cuestión tampoco es aplicar un anarcómetro y decidir si o cuán anarquista es cada presx; esa lógica nos conduce al fácil a señalar fácilmente a lxs compañerxs. La cuestión es que la intensidad de la violencia (mano y pie rotos), que se aplicó y sigue aplicándose como forma de presión que busca la retirada del texto, nos lleve a reflexionar y restablezca los valores anarquistas como la sensibilidad y la indulgencia, que nos han llevado a sentir asco por el sistema de Poder y combatirlo.

Por la erradicación, de una vez por todas, de la violencia como herramienta de imposición política intranarquista y que se vuelva contra el Estado y el Poder.

Porque la sífilis de la introversión se afronta solamente con la acción contra el verdadero enemigo y no mediante demostraciones machirulas de fuerza.

Porque la verdad absoluta la poseen solo los inquisidores; las personas rebeldes siempre la pondrán en duda, asumiendo el peso de sus elecciones.

Los anarquistas:
Yannis Michailidis
Babis Tsilianidis
Andreas-Dimitris Bourzoukos
Dimitris Politis
Tasos Theofilou
Alexandros Mitroussias
Grigoris Sarafoudis
Giorgos Karagiannidis
Argyris Ntalios
Fivos Harisis

P.D.: Este texto expresa nuestra postura ante la emboscada que se le tendió a nuestro compañero. Elegimos no hablar sobre los temas que toca Yannis y la postura de la CCF dentro de la cárcel, porque mucho antes de los últimos sucesos y la publicación de los últimos textos, habíamos decidido no hacerlo, ya que creemos que sería contraproducente e inútil en este período. De todos modos, sabemos que nuestra experiencia personal es más fácil malinterpretarla que transmitirla.