Traducción recibida el 23/10/2020:
Es el tiempo transcurrido desde mi llegada a Piacenza, tiempo lleno de vacío, tiempo gastado a domesticar todos los propios sentidos, en la experimentación de una autodisciplina que permita transformar alquímicamente el desperdicio de una vida en experiencia educativa. No he buscado el conflicto, a pesar de la cotidianidad, aquí, sea la reproposicion constante de una ocasión de confrontación; donde he opuesto mis razones a este sistema de neutralización del individuo, he tratado de hacerlo con «educación», en el forzado respeto de los roles, intentando hacer mías, o sino al menos mis armas, aquellas mismas ilógicas dinámicas que los carceleros alzan como su propia bandera: reglas, derechos, deberes, protocolos. Y ciertamente no lo digo esto para enorgullecerme, ni mucho menos: pero la experiencia humana, en la cárcel, está tan lejos de cualquier sentido común, sentido común, o simplemente cualquier sentido, que hay que jugar el juego aun sabiendo bien que esta trucado. Y esto sin embargo ha sido inevitable, con el solo reafirmar y preservar mi dignidad, la creación de una relación de manifiesta enemistad con algunos graduados y dirigentes de esta prisión, sin asombro y sin esfuerzo, por los mismos roles asignados por la naturaleza y los lugares para sentarse asignados por la vida y por las decisiones personales. Y, por lo tanto, la diligencia de algunos guardias particularmente emprendidos en su propio rol, apoyados calurosamente por el comandante del instituto, ha hecho que los contenidos de mi correspondencia privada, incluso después de que expirara la primera disposición de censura en diciembre del 2019, privados nunca serian, a la cara de lo que dice el código penal. Particular despecho despertaban las imágenes icónicas y A con círculo, a reprueba de la profundidad de análisis que siempre caracteriza su trabajo, por no hablar de las explícitas manifestaciones de solidaridad. Muy frágiles y miserables deben ser «el orden y la seguridad de la institución» (esta es la motivación al fondo a los secuestros) si una postal o la foto de una pintada en una pared les pueden poner en peligro. Por tanto, esta es, sobre la solicitación de la cárcel de Piacenza, si no sobre su explícita petición (esto no lo puedo saber) que el 16/09/2020 me viene notificado una segunda medida de censura de seis meses firmada por el GIP (Juez Instancia Preliminar). He decidido de recurrirla a través de un abogado, y una vez más sacar lo mejor de una mala situación, y esperar pacientemente a que establezcan una fecha para la apelación y todo el proceso. Mientras tanto, sin embargo, a mis carceleros parecen haberles pasado las ganas de hacer su trabajo, y así la oficina de mando, que se encarga de mi correo, si aparece, lo hace una vez a la semana, o incluso más raramente. El correo saliente no sale, el correo entrante se amontona en sus escritorios. Perfectamente en consonancia con el espíritu de estatales descuidados con el que dirigen toda la prisión, y como una confirmación más (si es que alguna vez hubo necesidad) del carácter punitivo y de represalia de la disposición, visto que aquello que escribo/recibo en el fondo ni siquiera interesa. Se necesita mucho más para debilitar mi moral, pero es particularmente irritante el hecho que en el no-lugar designado teóricamente para enseñarnos con firmeza el respeto por la ley, sus códigos valen como el papel de desecho, y en mi opinión, es incorrecto callar la arbitrariedad ignorante con la cual hacen su bruto trabajo.
Por este motivo, y visto que las circunstancias no dejan ver un cambio de rumbo, he decidido que iniciaré una huelga de hambre a partir del sábado 24 de octubre y por el tiempo que me parezca oportuno. Es una batalla personal, que quizás dejará el tiempo que encuentre, que quizás denote una falta de imaginación por mi parte, pero que me parece un deber. Quien tiene ganas, mientras tanto, de continuar a atascar la oficina de mando de comunicaciones más o menos inútiles, basta que me escriba, es bienvenidx, que no se diga que no se ganan su salario empapado en sangre.
Me faltais todxs.
Salud y anarquía,
Nat